No creo que mi historia con la moda sea muy original ni diferente a la de otras personas. Dicen que de niña ya hacía vestidos a las muñecas con lo que tenía mano. Solía pedir género a mi madre de sábanas viejas u otras prendas que ya no se fueran a usar y me ponía manos a la obra. Pronto aprendí a coser bien y mi madre se dio cuenta de que tenía buena mano. Pero con el paso del tiempo fui dejando esta afición y me concentré en otras cosas.
Pero hace cosa de un año, volví con ello. Tenía más tiempo libre, no había otra cosa que hacer más que estar en casa y no me apetecía estar conectada como hacía todo el mundo. Así que se me ocurrió que podía volver a coser. Pero esta vez en vez de hacer vestidos a las muñecas se lo haría a mi hija pequeña. Buscando cinta de sarga encontré una interesante tienda por internet que proporciona buenos géneros, sobre todo derivados del algodón. Hay que tener en cuenta que en aquella época no se podía ir a ninguna tienda. Pero no hay mal que por bien no venga ya que este sitio de internet está chulísimo y tiene una estupenda atención al cliente.
Para mi primer vestido iba a hacer una cosa sencilla siguiendo un patrón que ya tenía de antiguo. Era un patrón que había pensado sería la base de un vestido para mí, pero podía llevarse perfectamente a una niña pequeña, solo tenía que cambiar las medidas, por supuesto, pero también algún detalle de los acabados. Con la cinta de sarga remataría el conjunto.
Cuando me puse con el vestido sentí una inmensa satisfacción. Era como si no hubiera pasado el tiempo, a pesar de los años que habían pasado desde la última vez que me puse a coser. Y debo decir que cuando terminé el vestido quedé muy satisfecha con el resultado. Tal vez sea un poco tarde para dedicarme al mundo de la moda, pero voy a seguir haciendo vestidos para mi hija. Y quién sabe después…