Cuando era más joven no entendía esa pasión por el café de tanta gente. Incluso me daba un poco de coraje la típica frase que se suele decir: “hasta que no tomo un café no soy persona”. Me parecía como hacer gala de un vicio, porque, al fin y al cabo, el café (la cafeína) no deja de ser un vicio, aunque suponemos que no tan malo como otros… Al principio yo prefería el té o la infusiones, pero entonces empecé a trabajar en casa y el té no fue suficiente: me pasé al café y comprendí por qué tiene tantos devotos.
Es una de esas cosas que comparto con mi mujer: a los dos nos encanta el café. De alguna forma fue ella la primera que me introdujo en este ‘mundo’. A nuestra primera casa llegó armada con una cafetera que le habían regalado sus padres. Hasta ese momento yo no solía tomar mucho café en casa, porque no es lo mismo el café soluble que el de cafetera. Pero con la que trajo mi mujer, la cosa cambió. Pero un día se estropeó y nadie fue capaz de arreglarla. Y volvimos al café soluble… hasta hoy.
Así fue como empecé a elaborar un plan para volver a disfrutar del café de verdad. Y el primer paso era club central lechera asturiana puntos. Llevábamos un tiempo formando parte del Club de Central Lechera. Somos consumidores fieles de estar marca desde hace muchos años y nos pareció buena idea darnos de alta en el club para aprovechar los descuentos en compras y actividades. Un día me di cuenta de que en su catálogo tenían una cafetera con muy buena pinta… Y que de puntos andábamos bastante bien.
Mi mujer había quedado un poco decepcionada con la anterior cafetera porque se había estropeado demasiado rápido y una que tenían sus padres también había ‘muerto’ antes de tiempo. Pero me estuve informando y la del club central lechera asturiana puntos tenía muy buena pinta. Además, conozco bien a mi mujer y sé que un café recién hecho de cafetera puede marcar la diferencia entre un buen día… y un día menos bueno.