Cortinas para probadores

por | 19 marzo, 2017

En los negocios de venta de ropas los probadores son fundamentales. Los clientes tienen que poder probarse la ropa para saber cómo les queda y decidir si compran o no las prendas. Es básico que en un comercio haya un número suficiente de probadores para la afluencia de gente que normalmente tiene el local. No es lo mismo un pequeño comercio de pocos metros cuadrados en los que raramente hay más de tres o cuatro clientes a un tiempo y en los que un par de probadores son suficientes, que un comercio más grande en el que pueda haber muchas personas a un tiempo.

Está comprobado que si los probadores no son agradables, la gente se acaba marchando a comprar a otros lugares o se lleva la ropa sin probar, lo que produce muchas devoluciones y también muchos problemas de caja. Lo ideal es que la gente pruebe todo lo que se va a comprar y se lleve lo que realmente quiere, con la excepción de la ropa que se adquiere para regalar.

Estas son las tres claves para que un probador sea agradable:

-Debe de disponer de suficiente espacio para moverse. No hay nada más desagradable que un probador claustrofóbico en el que sea casi imposible quitarse la ropa sin darse contra la pared. Si la persona no puede moverse con soltura acabará desistiendo.

Una de las maneras de conseguir mayor sensación de espacio es quitando la puerta y cambiándola por cortinas. Esto nos lleva a otro punto importante.

-Debe de tener intimidad. A veces pareciera que cuando se pusieron las cortinas de un probador se haya hecho tratando de ahorrar unos centímetros en cada una de ellas a costa de la intimidad de quién esté dentro.

Si la persona no puede cerrar bien acabará sintiéndose incómoda y no se probará la ropa. Cuando se acude a un punto de venta de cortinas hay que dejar claro este punto y una buena manera de conseguir total intimidad es colocando una barra por fuera del probador que permita pasar la tela más allá de los límites de las paredes de la habitación.

-Debe de tener suficiente espacio para colgar la ropa. No solo la que el cliente va a probarse, también la que se quita. Nadie quiere dejar su ropa en el suelo mientras se prueba otras prendas y si solo hay un gancho para colgar lo usarán para sus prendas, con lo cual, las del comercio acabarán en el suelo.