Mi fascinación por la comida tradicional en Padrón comenzó con un plato sencillo pero icónico: los pimientos de Padrón, pequeños, verdes y engañosamente inocentes. Desde ese primer picante encuentro, supe que la gastronomía de Padrón tenía mucho más que ofrecer y me embarqué en un viaje culinario para descubrir los sabores auténticos de Galicia que este pequeño pero encantador lugar tenía para mostrar.
A medida que exploraba, me di cuenta de que Padrón no solo es un lugar cargado de historia y tradiciones, sino también un paraíso para cualquier amante de la comida que busque experiencias auténticas. Uno de los platos que capturó mi paladar y corazón fue la «torta de maíz», una especie de pan de maíz gallego que acompañaba maravillosamente cualquier comida, desde mariscos hasta un plato de caldo gallego.
El caldo gallego, por cierto, es una obra de arte en sí misma. Este guiso reconfortante, preparado con verduras de la temporada, patatas y carne, ofrece un sabor robusto y profundo que se siente como un abrazo cálido en un día frío. En cada cucharada, se siente la frescura de los ingredientes, la mayoría de los cuales son cultivados localmente, siguiendo prácticas de agricultura que han pasado de generación en generación.
Pero no es solo el caldo lo que me llevó a enamorarme de la cocina de Padrón; fue también la «empanada gallega». Aunque la empanada se puede encontrar en muchas partes de España y Latinoamérica, en Padrón tiene un giro particular con rellenos que varían desde el atún hasta el pulpo, todos envueltos en una masa fina y crujiente que es simplemente irresistible. Cada empanada que probé era un mapa del mar y la tierra, revelando la riqueza de los océanos y campos de Galicia.
Otro tesoro culinario que descubrí fue el «lacón con grelos», un plato de carne de cerdo que se sirve con grelos (brotes de nabos), patatas y a veces chorizo. Lo que hace especial a este plato es la técnica de cocción lenta que intensifica los sabores y deja la carne maravillosamente tierna. Comer lacón en Padrón durante la temporada de grelos es una tradición que los locales esperan con ansias, y ahora entiendo perfectamente por qué.
A lo largo de mi viaje gastronómico en Padrón, también me sumergí en el mundo de los mariscos, que es fundamental en cualquier mesa gallega. Aquí, el marisco no es solo comida; es una celebración de la costa que define esta región. Desde percebes hasta vieiras, los frutos del mar se preparan de manera que resalten su frescura y sabor. Me impresionó especialmente cómo un simple plato de mariscos puede capturar la esencia del océano.
Cada comida en Padrón fue acompañada, por supuesto, de un vaso de vino Albariño, el complemento perfecto para estos platos ricos y variados. Este vino, ligero pero complejo, con notas de frutas y flores, eleva cualquier comida, convirtiéndola en una experiencia gastronómica completa.
Después de cada día lleno de delicias culinarias, me retiraba lleno no solo de comida, sino de historias y tradiciones que cada plato llevaba consigo. Padrón no solo alimentó mi cuerpo; también nutrió mi alma con su hospitalidad y su profundo respeto por la gastronomía. Viajar aquí y experimentar la comida tradicional en Padrón fue un recordatorio de que comer es mucho más que satisfacer el hambre; es una forma de conectar con la cultura, la historia y la gente de un lugar.