Cuando empecé a salir con mis amigos no pensaba mucho en la decoración de los locales a los que íbamos, o eso es lo que creía. Pero ahora que tengo cierta perspectiva, puedo decir que hay unas notas en común en muchos de los bares que frecuenté en mi juventud. ¿Quién me iba a decir a mí que años más tarde estaría tan interesado en la decoracion de interiores?
Aunque he tenido diferentes grupos de amigos a lo largo de mida vida, casi siempre he sido un poco cabecilla para eso de la elección de los bares. Me solía aprovechar de la dejadez de los amigos o, directamente, me negaba a ir a tal o cual local si no me gustaba. Al final, casi siempre acaban transigiendo. Pobres…
Uno de los primeros bares que se transformaron casi en oficina tenía un parte de atrás poco iluminada con mesas de madera en las que nos solíamos sentar. Esa es una de las primeras claves de mis gustos: la madera y la iluminación íntima. Nunca me han gustado los focos de luz demasiado ‘estridentes’. A poder ser que la luz sea tamizada y no sea vertical.
Cuando dejamos aquel local juvenil y no pasamos a las cervecerías me empecé a encontrar más a gusto. Este tipo de locales suelen responder a mis criterios. El que se terminó convirtiendo en mi nueva oficina sigue siendo mi bar preferido de todos los tiempos. Por aquellas fechas ya era consciente de que la decoracion de interiores ejercía un poderoso efecto en mí. También importaban la música o el ambiente, claro, pero el estilo era trascendental.
Aquella cervecería tenía unas mesas negras de madera que combinaban muy bien con los tonos rojos de la barra. Estaba distribuido en diferentes ambientes, con una zona superior muy íntima perfecta para pasar largas veladas… Además tenía orientación oeste y estaba al lado del puerto deportivo, con lo que por las tardes la iluminación natural del local era estupenda, muy romántica. La pena es que esta cervecería cerró y nunca encontré un bar que se adaptara tan bien a mis peculiares gustos…