Las Islas Cíes son lo que queda a la vista de una antigua cadena montañosa que se hundió en el mar en tiempos pretéritos. Solo estas tres islas, dos de ellas unidas por una playa, están en la superficie y forman parte del Parque Nacional Cíes, o Parque Nacional de las Islas Atlánticas que es como se conoce realmente.
Son tres las Islas Cíes: la isla del Faro, la Isla de Monteagudo y la Isla de Martiño. Además hay algunos islotes. Los visitantes llegan en barco a la isla del Faro y pueden ir caminando hasta la de Monteagudo si lo desean. La de Martiño no es visitable en barco de línea y solo con permisos especiales en un barco privado.
Las costas de estas islas son escarpadas, aunque hay playas maravillosas como la mencionada de Rodas, que une las dos primeras islas. En la de Faro, podemos ver el faro que da nombre a la isla situado en uno de sus puntos más altos.
En las Cíes podemos encontrar principalmente eucaliptos y pinos, pero también arbustos como el tojo, famoso por sus famosas flores amarillas, muy llamativas y por sus pinchos, que hacen que más de un visitante ingenuo haya pasado un mal rato al tratar de hacerse con una de las bonitas flores. También abunda la famosa “herba de namorar”, aunque hay que tener en cuenta que no se pueden coger plantas en la isla al estar protegida.
Las aves son protagonistas en estas islas, espacio protegido para ellas. Las más llamativas son las gaviotas de pata amarilla, que son famosas no solo porque hay muchas, sino porque suelen plantar cara a los visitantes para intentar robar comida, causando a veces algún pequeño conflicto. No debemos de olvidar que está prohibido darles de comer, pero que ellas no tienen normas y pueden tratar de robar nuestros bocadillos.
También encontramos en las Cíes reptiles. Pero la fauna más variada es la marítima. Dado que no se puede pescar en la zona, los peces, mariscos y animales de concha se reproducen a su aire y hay abundancia de especies.
Con todo esto, es fácil entender por qué las Cíes son tan especiales y enamoran a todos los que acuden a visitarlas. Y también es fácil entender por qué las visitas están tan controladas y son tantas las normas para conseguir que este lugar conserve toda su belleza.