Escucha el mundo de nuevo y reconecta con tus seres queridos

por | 29 septiembre, 2025

El día que entré por primera vez en un centro auditivo en Vigo comprendí que había estado viviendo en una especie de burbuja sonora. Me había acostumbrado tanto a pedir que repitieran las frases, a subir el volumen de la televisión o a sonreír sin entender del todo en una conversación, que casi había olvidado cómo sonaba realmente el mundo. La experiencia fue un despertar, un recordatorio de que escuchar no es un lujo, es parte de nuestra conexión más íntima con la vida.

El especialista me hizo pruebas sencillas, nada invasivas, pero reveladoras. Con cada sonido que me pedía identificar, sentía la distancia entre lo que yo creía percibir y lo que realmente estaba ocurriendo. Era como descubrir que había vivido con un filtro, un velo que me impedía captar los matices. Y en ese momento pensé en cuántas veces había perdido detalles de la risa de un amigo, de la voz de un ser querido o incluso del canto de los pájaros al amanecer.

La tecnología actual en audición es tan avanzada que derriba todos los prejuicios. Los audífonos modernos ya no son esos aparatos voluminosos y poco discretos que evocaban incomodidad. Ahora se integran de manera casi invisible, con diseños elegantes, y lo que es más sorprendente, con funcionalidades que parecen sacadas de la ciencia ficción: conexión directa con el móvil, control a través de aplicaciones y ajustes automáticos que se adaptan al entorno. Es como pasar de escuchar una radio vieja con interferencias a disfrutar de un concierto en alta fidelidad.

Lo que más me sorprendió fue cómo mejora la vida social cuando recuperas la audición. Las cenas con amigos dejaron de ser un ejercicio de esfuerzo constante y se transformaron en encuentros naturales, donde podía seguir el hilo sin quedarme rezagado. Las conversaciones familiares se llenaron de matices, y con ellos, de cercanía. Volver a escuchar con claridad no solo devolvió los sonidos, devolvió también la confianza en mí mismo.

La importancia de escuchar va más allá de lo práctico. Es también emocional. Percibir la voz de un nieto llamándote, entender las palabras de cariño de una pareja o disfrutar de la música favorita con todos sus matices es un regalo que muchos no valoran hasta que lo pierden. Y esa reconexión, esa posibilidad de volver a formar parte plena de los momentos cotidianos, no tiene precio.

En mi caso, el proceso no fue inmediato. Hubo un periodo de adaptación en el que tuve que aprender a reconocer de nuevo ciertos sonidos, como si mi cerebro necesitara reajustarse a la nueva realidad. Pero cada pequeño avance era motivo de alegría: desde escuchar claramente el timbre de la puerta hasta redescubrir lo agradable que es pasear por la ciudad con el murmullo de fondo de la gente y el tráfico.

Hoy puedo decir que recuperar la audición me ha devuelto parte de mi identidad. No me siento al margen en una conversación ni me pierdo lo que ocurre a mi alrededor. He vuelto a reír en los momentos justos, a emocionarme con una canción y a mantener charlas largas sin esfuerzo. Y cada vez que me pongo los audífonos, recuerdo que la vida está hecha de sonidos que merecen ser escuchados de verdad.