Viajar en coche al extranjero es una decisión inteligente. Pero la búsqueda de autonomía y el ahorro en los desplazamientos tiene un ‘precio’: lidiar con las normativas de tráfico y las restricciones ambientales de países foráneos, dentro y fuera de la UE. Uno de los contratiempos habituales es la escasez de aparcamientos disponibles. Anticiparse a este inconveniente y reservar parkings en Agualva-Cácem u otras ciudades con suficiente antelación es lo recomendable.
Además, los viajeros deben tomar la precaución de revisar la validez de su permiso de conducir. A grandes rasgos, la licencia permite circular por cualquier territorio de la UE o del Espacio Económico Europeo (EEE), siempre que la estancia sea corta; en cambio, desplazarse fuera de la UE o de la EEE requiere la obtención de un Permiso Internacional, además de una licencia española en vigor.
Otro aspecto de interés para los viajeros en tierra extranjera es la velocidad máxima. Mientras que Bélgica y Portugal comparten el límite de ciento veinte km/h, naciones como Grecia, Francia o Eslovenia amplían este límite hasta los ciento treinta km/h. Por contra, determinadas vías de Alemania carecen de límites de velocidad. Es importante, pues, informarse acerca de los límites vigentes en el país de destino.
Por su parte, las normas de tráfico pueden experimentar cambios significativos en determinados países. En Inglaterra, por ejemplo, se circula por la izquierda de la calzada; en Francia los conductores están obligados a portar un alcoholímetro, y en Australia se prohíbe a los conductores apartar de la carretera a animales como canguros o al ganado.
Al igual que España, otros países cuentan con un etiquetado ambiental que regula la entrada de vehículos en grandes núcleos urbanos. Para moverse por Austria, Dinamarca, Francia u otros países con una fuerte regulación en materia de emisiones, es indispensable conocer su legislación, a fin de evitar multas de tráfico.